Hace unos días paseaba entre los lineales de un supermercado de propiedad nacional y comprobé cómo cada año por estas fechas se le dedica más y mejor espacio al panettone, ese dulce navideño italiano que te deja sin café si se te ocurre migarlo.
Y pensaba si en Italia sucederá lo mismo pero al revés, esto es, que si en sus supermercatos tendrán lugar de preferencia nuestros mantecados, polvorones, turrones y mazapanes. Me temo que no y me preocupa.
Y digo que me preocupa porque esta tendencia a la permeabilidad, este dejarse seducir por todo lo que viene de fuera no es más que otra manifestación de lo poco que cuidamos LO NUESTRO, sin necesidad de ser un talibán de nuestras excelencias alimentarias.
Me preocupa igual que cuando leo que después de una cosecha super excepcional de aceite, que ha generado casi 1.900 millones de euros y que Andalucía vuelve a ser el líder de la producción nacional como España lo es de la mundial, un altísimo porcentaje de nuestras exportaciones continúen siendo a granel y que Italia sea el principal destino de las mismas. Creo que no hace falta que continúe con la conclusión.
También me preocupa que continuemos con las modas que van pasando del whisky al ron, del ron a la ginebra…¿y para cuándo el brandy de Jerez que sólo o en combinados es un magnífico colofón para los excesos que haremos en estos días?. Claro, como es de aquí no mola, me dirá algún jovenzuelo que jamás supo que en México o en Filipinas flipan por un trago de nuestro más famoso espirituoso. Otra vez en los restaurantes nos ofrecerán antes un chupito de limoncello que de brandy (Italia de nuevo) y yo les pregunto si probaron alguna vez un brandy con chocolate o con un buen queso.
Me preocupa también saber la cantidad de naranjas valencianas…que salen de Andalucía. Hablaba con un productor naranjero que me contaba que de una producción andaluza de unos 2 millones de toneladas sólo poco más de 300.000 tienen como destino la exportación. ¿Tanto se consume en el mercado interno o es que nuestras naranjas se exportan desde los puertos del levante español? Y eso sin hablar del tradicional envío del fruto de los naranjos que perfuman nuestras calles a los mercados británicos o gabachos para hacer las mermeladas de sus desayunos.
Y una última preocupación por hoy.
Si esta tierra fue la genuina inventora de esa manera de socializar tan peculiar como es el tapeo, si todos los guiris que nos visitan quieren ir de tapas, ¿por qué no hemos sabido desarrollar nuestro “invento” más allá de nuestras fronteras? ¿Recurro de nuevo al ejemplo italiano? Creo que no es necesario.
Que cada uno extraiga sus conclusiones. Las mías las tengo muy claras. Me duele que tenga que ser así.
Me hartaré de mantecados, polvorones, turrones y mazapanes.
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