Dicho así suena hasta mal, pero esto de los huevos tiene mucha presencia en nuestra vida. Prácticamente es el segundo alimento sólido que tomamos tras el destete. Recuerde cuando la cena de su niño o la suya misma consistía en un huevo pasado por agua con un poquito de mantequilla y tropezones de pan. Delicioso, ¿a que sí? Nos pegamos toda la vida comiendo huevos de una u otra forma, hasta que llega el maldito colesterol y nos lo racionan. Pero curiosamente transitamos para el otro mundo con esa misma cena, un maravilloso ravioli blanco con una crema interna amarilla de sabor intenso y universal acompañado las más de las veces de algún trozo de buen pan ya que no estamos para muchos trotes gastronómicos.

Cinco son la forma de cocinar por nuestros lares este maravilloso don de la gastronomía: cocidos, duros, fritos o plancha, en tortilla o revuelto y por último su uso en la repostería.

Siempre he oído decir que un buen cocinero se conoce por dos cosas el arroz en blanco y freír un huevo y sinceramente ninguna de las dos es fácil aunque lo parezca. Trate Vd. de cocer un huevo y que pueda migar un bollo en la yema, el secreto era según recuerdo una vez comience a hervir el agua, el rezo de un credo, un padrenuestro y un avemaría; que no se la pase en el caso de ser duro la opción elegida pues no todo huevo duro vale; que no chorree aceite al freírlo o se le queme los bordes e inmigable (palabro que no existe) si es a la plancha. Si hablamos de tortilla todo un mundo a nuestro alcance, pues aquí cabe de todo y muchas son las tortillerías que sucesivamente se han abierto a lo largo y ancho de Andalucía con éxito dispar. El asunto de los revueltos es para profesionales, huya de las tortillas flojas “desbaratás”, un revuelto es una cosa muy sería que lleva su tiempo y cariño y que si se hace bien es una joya de la gastronomía mundial. Por último, ¿qué sería de la repostería sin los huevos?, tocinos de cielo, merengues, mousse, pudding, flanes, cremas, tartas, bizcochos, magdalenas, cookies, sabayón, helado, lo que se le ocurra, ¡pero con huevos!.

Bendita la madre que trae todos los días un huevo a este mundo, que incluso fallecida sirve para hacer unos caldos y unas croquetas que resucitan a un muerto.

¿Tengo alguna forma preferida? Pues la que decía mi padre “oeufs à son être et à votre goût.

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