El mundo de las catas de vinos vive una cierta revolución desde que el Consejo Regulador de la D.O «Jerez Xeres Sherry» se ha dado cuenta de que recuperar la simpatía que vivió hace un siglo el jerez es lo que necesita esta parte de Andalucía que produce los vinos con una relación calidad precio que da risa, o pena, según se mire.
Y lo digo porque hablamos de vinos que, con cuatro, ocho, o cuarenta años de vejez llegan a nuestras mesas a precios irrisorios que van desde los 3 a los 90 euros.
Pero, y volviendo a esa pequeña revolución, se trata de una nueva actividad que, con el periodista Pepe Ferrer como embajador de los Vinos de Jerez, permite a los interesados en estos vinos vivir una o dos horas de risas, descubrimientos y, sobre todo, de aprendizaje sobre los secretos de esta zona geográfica que hace que Andalucía sea única, entre otros muchos motivos, por la crianza biológica.
«No soy enólogo, ni sumiller», así se presenta Ferrer en sus catas. Pero también dice sin reparos: «no vengo a venderos ningún vino, porque no represento a ninguna bodega, sino a todas».
Palabras que descolocan a los asistentes aún más, ya que cuando ven la «ganadería» con la que torea habitualmente este profesional (con botellas de TODAS las bodegas enmarcadas en esta D.O.), uno cae en la cuenta de lo importante que es que mucha gente, más gente, toda la gente, los conozca y los consuma.
Manzanilla de Sanlúcar, fino de Jerez o El Puerto, amontillados, cream, oloroso, palo cortado o Pedro Ximenez se pasean ahora por toda España para ofrecer catas, asesoramiento o eventos que acerquen los jereces al público en general y al mundo de la gastronomía en particular. Porque los vinos de Jerez se beben incluso con esos platos que plantean retos insufribles a la mayoría de sumilleres.
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