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Llego el momento de rendir un justo homenaje al festival de música que nació en El Puerto de Santa María y ahora se consolida en Sevilla como uno de los referentes para profesionales del panorama nacional e internacional y donde además tiene cabida el público más ‘freak’. Su planteamiento inicial pretendía dar visibilidad a grupos emergentes, con una propuesta innovadora, unos grupos que se vaticinaba serían las bandas del futuro y en algunos casos hasta los cabezas de cartel de los festivales más reconocidos de la escena musical. Hoy en día el festival es mucho más que eso: multitud de programadores procedentes de China, Australia, México y Alemania entre otros países peregrinan cada año para ojear las nuevas propuestas, disfrutar de una copa de vino y unas tapas en la Alameda de Hércules.

Cuando inició su camino, el festival tenía además otro reto y era el de romper con la estacionalidad del destino y por ello que se celebraba una vez finalizada la temporada de sol y playa… y lo consiguieron. Los hoteles, restaurantes y bares vieron como un fin de semana fuera de lo esperado colgaban el cartel de completo. Al principio, hay que decirlo, los ciudadanos fueron reticentes y costó ganarse la confianza de todos pero finalmente el público y los artistas se ganaron el respeto y el corazón de los portuenses. Las calles se inundaban de música y los visitantes consumían productos locales que posteriormente han seguido disfrutando en sus lugares de procedencia. Todavía muchos recuerdan los Carajillos de Magno y las Limonadas de Anís del Mono además del Oloroso 10 RF que se ofrecía en las bodegas mientras se disfrutaba en los patios con los directos de Ken Stringfellow (The Posies) o Lorena Álvarez al mismo tiempo que podías conocer y probar los últimos lanzamientos de Gibson Brands.

Ahora en Sevilla el MW crece en todos los sentidos: mayor número de salas para conciertos, mayor número de alojamientos, más conexiones para llegar al destino y además el Convento de Santa Clara convertido en un punto de encuentro donde se combina tradición y vanguardia. En definitiva una iniciativa cultural de calidad que complementa la oferta turística de la ciudad haciéndola más atractiva y deseada para un perfil de turista con unos intereses diferentes a lo convencional. Gracias por sacar adelante este festival un año más, larga vida al Monkey Week y a todos los monetes que lo hacen posible.

© Foto: Javier Rosa

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